Los años solo son números para ña Felicita Martínez, que a pesar de sus 75 pirulos, sigue construyendo ella misma para su tatakua, que en esta Semana Santa es vital para cocinar las sabrosas chipas y sopa paraguaya, además de un lechoncito.
El viernes pasado, la doña puso manos a la obra, pidió a sus hijos que le acerquen la tierra roja y sin perder más tiempo realizó una mezcla de la arena con el agua, humedeció el ladrillo y comenzó a poner uno sobre otro, dándole una forma redonda.
“Antes, en un día ya terminaba, pero ahora ya no tengo 16, y ya me fuerza”, dijo entre risas la doña, que vive en el barrio Santo Domingo de Vaquería, Caaguazú.
Aprendió el oficio de la mano de su papá, a los 16 años, desde entonces ha construido montón de hornos de barro.
Esta vez le tomó tres días construir todo, pero aseguró que la calidad es la misma. “El secreto es poner poco el lodo por el ladrillo para que se pegue bien, y una vez que esté todo, prender fuego para que se seque, ni tormenta va a echar de mí”, dijo confiada la señora, recordando que una vez su vecino también levantó para su tatakua, pero en la primera lluvia se cayó todo.
Su marido también la ayuda, pero solo para colocar un techito al horno, para que la lluvia no le haga daño.
Ña Felicita es la más solicitada cuando llegan los días Santos, Navidad y Año Nuevo, pero esta vez, dijo que solo para ella iba a levantar pues últimamente ha sentido dolor en la cintura.
“Muchos me pidieron, pero me tuve que negar porque estoy un poco enferma, pero muchos quieren que yo nomás les haga porque hago bien”, pureó la doña, que no necesita de hilos para guiarse sino a ojímetro.
La doña contó que el conocimiento traspasó a sus hijos e hijas, que también saben hacer a la perfección, pero debido a sus trabajos, muchas veces no puede.
Sin costo
La doña mencionó que no cobra por hacer el tatakua. “Yo solo pido que me pongan todos los materiales y levanto, sin ningún problema”, concluyó.