Mirian Ayala de Limpio, barrio San Ramón, está pichada contra la gente que no quiere pagar sus cuentas y pone como excusa que tienen coronavirus.
Ella contó su caso tras la publicación en EXTRA del suplicio de los cobradores para con sus clientes morosos.
Dice que son iguales a sus clientas que llevan para su colaless nuevo y cuando se les requiere dejan en visto los mensajes o simplemente bloquean.
“Eran mis amigas pero ahora ya no son. Si les encuentro por la calle les gritaré: ‘devolveme mi bombacha que nunca pagaste’”, dijo a EXTRA.
Ayala tiene más de 50 clientes en mora y los montos varían de acuerdo a los modelos que van a partir de G. 18.000 a conjuntos de G. 70.000.
“Tengo una clienta que me debe por valor de G. 1.300.000 que habíamos quedado en que me pasaría G. 250.000 mensual cosa que nunca pasó”, indicó.
Llega el karma
La vendedora dijo no tener en mente la cantidad total que le deben pero está segura de que les llegará el karma.
“Ya van a querer algo sexy para el día de los enamorados”, afirmó.
“Se pasan farreando chupando, pero nunca tienen plata. A fin de mes dicen y nunca pagan”, se quejó.
Sin devolución
Las prendas íntimas son sin devolución, de marca y costosas. Ella las retira por pedido y a veces las señoras se hacen de las desentendidas y no retiran.
“Entonces tengo que ver a quién venderle de nuevo para poder recuperar mi platita”, afirmó.
“Que yo te cuente. Millones te deben, ni calculan pagarte pero se visten a la última y después se enojan”, respondió en redes la vendedora Francis Villalba de Asunción.
“¿Para qué deben con lo mal que está la situación? Los cobradores solo hacen su trabajo”, añadió Mariana Vera, paraguaya residente en Madrid.
Mbói la buscó en el hospital
Fátima Orrego de Coronel Oviedo contó que su cobrador del ropero no le perdona una. Ella estuvo internada por maternidad en diciembre pero él no le creyó.
“Le mandé mi ubicación, se fue al hospital y ahí me creyó. Ocho días después le pagué. Estaba como para vender mi alma en esa cama. Algunos piensan que no querés pagar, pero a veces hendy también”, dijo.
Relató que sintió vergüenza y tristeza a la vez pero que al menos ya falta poco para pagarle todo.
Observó que por una parte entiende que es su trabajo pero que hay momentos y lugares donde ya no hay perdón o tolerancia al menos.
Le mostró los estudios que se hace y por qué se atrasa.