Un almacenero de Tobati tiene una gran idea para intentar acabar con las personas morosas que nunca pagan sus cuentas en las despensas.
“Desde hace tiempo que quiero crear el grupo de WhatsApp entre los almaceneros del barrio o la ciudad, donde nos vamos avisando quién es el que no quiere pagar la cuenta. Entonces ninguna despensa de la zona ya no le va a dar fiado a esa persona y así o qué pueda aprender a ser honesto”, dijo a EXTRA don Aníbal Aguayo.
Esta idea nació luego de que muchos le dejaron con el “clavo” en su almacén, que tiene desde hace 3 años. “Hasta mis dos comadres que me pidieron el favor de hacerles deber se quedaron debiendo G. 400.000 y eso ya es mucho, porque trabajamos para salir adelante y no da gusto regalar nuestro esfuerzo”, añadió el comerciante.
Según dijo, en Tobatí la mayoría de los pobladores cobra semanal y cuando no tienen plata suplican diciendo que es para la leche de su hijo o comida para sus niños. “Uno accede por compasión a las criaturas, pero luego nunca pagan”, lamentó.
Es por eso que él pone un monto límite que le pueden deber. “Hasta G. 100.000 yo les hago deber, pero con la condición de que me paguen en una semana y por bebidas o cigarrillos si que no luego, porque eso no es esencial, la comida sí, pero los vicios no”, dijo tajante don Aguayo.
El plan gustó a más de uno y hasta ya quieren copiar la onda. “La intención es buena, solo que hay muchas que son muy competitivas y especiales, pero voy a hablar con algunas conocidas que tienen su negocio para ver si nosotras también creamos y así nos ayudamos”, dijo Celia Fernández, que tiene una despensa en Villa Elisa
Exponer fotos
“Yo también amenazo a algunos que colgaré sus fotos en la pared de mi despensa si no me pagan, porque cuando vienen a pedirte fiado yvýre oñemona hikuái, después se pasan chupando cerveza que compran en efectivo de otras despensas”, dijo Feliciana Acosta
Copetín había publicado nombres
Asunción López, dueña del copetín “Selva Negra”, mandó al frente a funcionarios de la muni de Asunción que le debían por la comida.
En un pizarrón escribió los 22 nombres de los clientes morosos y al lado el monto que le debían, que sumado eran G. 8.706.500. De esa suma, solo uno le debía poco más de G. 3.000.000.
Su “técnica” dio resultado y la gran mayoría después se acercó a pagar la cuenta, por lo que ella borraba el nombre.