Vilma Armoa quedó asustada y muy molesta luego de que policías y fiscales fueran a su casa y, tras una previa identificación, entraran a las piezas supuestamente para buscar las 40 gallinas que se habían robado del rancho del fiscal Federico Espinoza.
“Yo estaba trabajando cuando mi señora me llamó toda desesperada y me contó lo que pasaba. Me quedé sorprendido y me fui junto a ellos. Encontré a mis 6 hijos llorando, el más chico tiene apenas 1 año, primero me enojé también, pero después dije que solo hacían su trabajo”, dijo Juan Carlos Guayuan, que vive en la compañía Tajy de Caazapá.
La doña aún está molesta. Primero porque asustaron a sus criaturas y segundo por ser señalados como delincuentes. “Nosotros somos honestos, trabajadores, para que nos culpen de semejante robo y vengan a revisar hasta la heladera”, dijo indignada la señora Vilma. Anunció que regalaría al fiscal sus dos gallinas para que deje de ser “vare’a reko” (hambriento).
El agente fiscal Arnaldo González alegó que actuaron bajo la ley y que el operativo no fue escandaloso. “Nosotros solo hicimos nuestro trabajo y actuamos como en cualquier otro procedimiento”, sostuvo.
Explicó que muchos se quejan de la investigación, diciendo que son solo gallinas, pero no saben que entre las aves robadas hay 4 que son de raza y que cuestan G. 1.000.000 cada una. También mencionó que el hermano del fiscal, que es el encargado de la granja, está como sospechoso del caso.