Hola diario EXTRA. Me llamo Raúl, soy de Ciudad del Este. Me pasó algo que me marcó mi dignidad como hombre, me dejó realmente destruido, y no puede ser que a un hombre tan macho como a mí le pase esto.
Tengo 35 años, siempre fui muy varonil, medio bandido, no voy a mentir, pero es porque a mí las mujeres se me ofrecen, y no puedo resistir. No sé, creo que tengo algo que atrae a las chicas demasiado luego. Cuando quiero hacer las cosas bien, se me presenta una y ahí caigo rendido.
Soy un tipo amante del buen sexo, y siempre quise probarme a mí mismo que tengo todo lo suficiente y más para hacerlas ver la felicidad plena en la cama.
Hace un tiempo conocí a Jessica en una farra. Un monumento de mujer. Empezamos a salir, tragos, besito aquí, allá, nambre luego.
La otra
Pero como el diablo no duerme, en una vuelta también conocí a Karen, otra diosa, rubia y apetecible como una cerveza fría en verano. Y ahí la cagué. En vez de elegir, me fui de picaflor con las dos. ¿Mi idea? Ver quién era mejor en la cama. Sí, soy un boludo.
Primero estuve con Jessica, llegó el momento de la verdad y ahí me ganó el apuro. Duré menos que pique de motochorro. Y encima me tiró una bomba: "¿Así nomás ya? Y encima la tenés re chiquitito”, me dijo, con cara de lástima.
Me fui a mi casa hecho un trapo viejo. Me consolé diciéndome que era culpa de los nervios, del calor, de Mercurio retrógrado, de lo que sea.
Pero no aprendí. Fui a probar suerte con Karen. Otra vez todo bien en la previa, pero en el acto... ¡otra vez lo mismo! Ella si que me mató: “No sé qué pasó se encogió parece tu…” y se mató de la risa. Yo quería llorar. Dos partidos jugados, dos goleadas en contra.
Amigas
Y como si fuera poco, el universo conspiró en mi contra. Resulta ser que Jessica y Karen eran conocidas, amigas de una misma rosca. ¡Y yo sin saber, como burro! Me pillaron había sido. Me encararon las dos juntas y me dejaron por el suelo.
“Encima de cornudas, humilladas por un infeliz que no sabe ni usar lo que tiene”, me gritó Jessica ¡casi casi me enterraron vivo!
Desde ese día tengo pesadillas. Hasta me siento menos hombre, parece que me castraron el orgullo.
¿Será que hay remedio para ser un toro en la cama, o ya estoy condenado a ser un fiasco? Yo pensaba que era el mejor toro.
La respuesta: