Estoy pasando una situación que me tiene muy confundida y agotada, cansada, sin ganas para nada.
Me llamo Paola, tengo 24 años, y hace poco más de un año empecé una relación con Martín, mi compañero del posgrado.
Nos conocimos en la facultad, conectamos enseguida y todo se dio muy rápido: a los pocos meses ya estábamos viviendo juntos, creo que fue muy apresurado. Ahora entiendo eso.
Al principio todo era hermoso, naúmbre, como toda escoba que barre bien, pero últimamente siento que la relación se está desgastando, y no precisamente por él, sino por su mamá.
Puede parecer exagerado, pero en serio me va a matar de los nervios. Mi suegra es muy densa. Se mete en absolutamente todo, como si fuera que tiene el derecho sobre nosotros.
Vive a solo 15 minutos y sin mentir viene casi todos los días, sin avisar, con cualquier excusa. A veces dice que “pasaba por ahí”, otras que “trae algo para Martín”.
Pero en realidad viene por bruja nomás, quiere revisar todo, cómo vivimos, qué comemos, cómo tenemos la casa.
Hace poco tuvimos una discusión muy fuerte con Martín por su culpa. Le fuimos a buscar a ella para llevarla a un cumpleaños familiar, y cuando iba a subir vio que yo estaba en el asiento del acompañante, me hizo bajar, me dijo “andá sentate atrás, querida, este es mi lugar” tipo gua’u en serio.
Yo por educada y para no armar un numerito ahí frente a mi pareja no dije nada, pero se habrán dado cuenta los dos por mi cara, y también porque después ya no dije ni “mu” en el camino.
“Es que siempre fue mi lugar, al lado de mi hijo”, me volvió a decir encima cuando ya estábamos yendo, y me dio una rabia que quería llorar, pero lo que más me dolió es que él no dijo ni una palabra.
Silencio
Solo manejó en silencio, como si no hubiera pasado nada. No es solo eso. Ella opina sobre todo: el tipo de sofá que deberíamos comprar, el color de la pared, (“tan triste ese gris, parece casa abandonada”), y hasta revisa el ropero cuando viene, para ver si la ropa de Martín está planchada.
Una vez me tiró, sin mirarme siquiera: “Conmigo nunca tenía una camisa arrugada en el ropero”. Me mordí la lengua para no responder.
Ya no sé cómo manejar esta situación. Yo lo amo, y él me dice que su mamá es así, que no lo hace con mala intención. Pero yo siento que no pone límites, y eso me hace pensar si realmente puedo construir una vida con alguien que permite tantas invasiones ¿Qué me recomienda hacer en este caso?
La respuesta: