Hola, soy Azucena, tengo 47 años, y vengo a contarles mi historia, simplemente quiero que el psicólogo me dé su punto de vista. Después de 15 años de matrimonio, mi marido, con quien tengo dos hijos hermosos, me dejó. Él siempre tuvo un perfil de papá ejemplar.
Me cambió por una más joven. Y es 20 años menor que él. La chica es su secretaria. Y solían viajar juntos por trabajo. Me da rabia que me vieron la cara.
Él tiene 55, tiene una enfermedad de base. Y ahora se hace del péndex gua’u para aparentar su edad.
Me pasé esos 15 años siendo mamá, ama de casa, administrando el hogar, los hijos y también le cuidé a él cuando enfermó.
Me descuidé ciertamente. Soy la típica esposa y mamá: un poco gordita, no me gustaba ir al gym ni nada de eso. Vivía para mi esposo y mis hijos.
Me decía: “No tengo tiempo, los chicos, la casa, él necesita que le planche” Ni su plato no levantaba de la mesa. Pero eso sí, no niego que era intachable como papá.
Cuando me dejó no pude entender, lloré como condenada. Pensé que me moría.
Pero un día me miré al espejo con rabia y dije: tantos años postergados, tratando de ser buena esposa y al final me dejaron por una chica muy joven, de hecho con lindo cuerpo. No sé si fue el engaño o porque me cambió por una secretaria que apenas terminó la secundaria, pero ahí empezó mi transformación.
Decidí cuidarme y levantar mi ego porque fue un golpe muy duro. Además, seguía siendo madre y no quería que mis hijos me vean sufrir. Ellos necesitan una mamá fuerte.
Lipo
Me hice una lipo, arreglé esta nariz que nunca me gustó, y hasta me puse un poquito de labios, ahora. Quiero hacerme los pechos y los glúteos. Y no es por vanidad, sino es por mí misma. Nunca fui una señora fea, pero me dejé estar. Me visto más sexy, siempre fina, con glamour, pero más coqueta. Me pinto, salgo a caminar, a bailar zumba, ¡y hasta me hice TikTok! Y lo mejor es que me siento viva, me siento yo.
Cuando fui citada para firmar los papeles de divorcio ya estaba transformada y él mi miró de arriba-abajo. Él me dijo: te ves muy bien y pensé en mi interior: esperá verme dentro de algunos meses.
No falta la ‘amiga’ indiscreta que me dice: “Ay, Azucena, ya estás grande para andar así”. Yo no hago esto para gustarle a nadie. Lo hago por mí. A las mujeres que me leen, les digo: cuídense siempre y a las criticonas, cada quien con su vida y déjense de jorobar.
La respuesta: