En el agitado mundo que vivimos, tan importante como el qué decís es cómo lo decís: se inventan palabras para nombrar las cosas que ya existen o se le busca vueltas a las cosas para que parezcan otras.
Por ejemplo, ahora están de moda los “conversatorios”: una instancia donde se va a hablar de un tema y participan todos los involucrados. Si a usted esto le parece una “reunión”, probablemente esté en lo cierto.
Ahora las noticias no se comunican, sino que se “socializan”, palabrita que más allá del contenido ideológico que se le pretenda dar, no es más que decir lo que pasó.
Si a usted le parece que estos chicos que van a las convenciones de comics están disfrazados, está usted equivocado, están haciendo “cosplay”, que es disfrazarse pero... bueno, eso.
“Se inventan palabras para nombrar las cosas que ya existen”
Lo mismo pasa en el súper: uno iba a comprar café y eso llevaba; si quería azúcar, pues eso compraba.
Ahora no: usted puede elegir café descafeinado (!!), de soja u otros granos (o sea no café), de Brasil, de Colombia y en un alarde de genio humano, lo puede comprar en fichas. Comprar azúcar es casi un pecado, así que uno se inclina por la orgánica o algún derivado más o menos natural de alguna planta.
Si a usted, como a mí, le gusta el té clásico, el negro, más le vale que cambie de gusto: ya casi no existe. Está oculto entre miles de alternativas de diferentes marcas: té verde, rojo, amarillo, azul, de la India, de manzana, de mandarina, de rosade Ceylán y de pasto de Camerún, de infinitas hierbas y exoticidades casi rayanas en el misticismo. Té negro, no... y no lo pida, porque lo mirarán como a un extraterrestre.
Teniendo en cuenta todo esto, no sorprende que en otros países los candidatos políticos sean fabricados a medida de “lo que la gente pide”. Así, oscuros “asesores” hacen “presidentes a medida”, cobrando millonarios honorarios que vendrán de sospechosos contratos que el mandatario aprobará.
Por suerte, acá no ocurren esas cosas: normalmente todo depende del humor y del bolsillo nomás.
Qué quiere que le diga: yo quiero un té negro, simple y corriente...