El Paraguay no encuentra su rumbo. Aguanta como barco sin timón.
Pero, ¿por qué no podemos avanzar? ¿Por qué el país que tanto amamos se encuentra cada vez más marginal? Sí, marginal, como la familia que se rebusca en la basura del mercado, para encontrar alguna verdura no tan podrida. Marginal como el adolescente que vende drogas porque cree que es la única manera de poder ganar buen dinero.
Paraguay marginal y debastado moralmente, como los profesionales sin trabajo o como todos aquellos despedidos, por el poco movimiento económico.
La economía regional no es prometedora. Argentina pasa por uno de sus peores momentos, la inflación los tiene hambrientos y endeudados. Brasil no logró despegar económicamente, ambos con políticas de privatizaciones y endeudamientos. El pueblo sufre las peores consecuencias. Comparado a ellos, Paraguay, aún persiste pero ¿hasta cuándo?
El gobierno de Marito Abdo no ha demostrado tener un programa de gobierno que nos pueda impulsar hacia el frente. De hecho, nunca tuvo ese programa. Abdo, durante su campaña política, nunca propuso algo distinto a lo que ya había hablado Cartes en su momento.
Paraguay sigue siendo marginal porque vota con el estómago vacío, la cabeza hueca y con el corazón esperanzado de un adolescente en su primer beso.
Los paraguayos tenemos miedo de hablar de política, es tabú. “De política y religión en mi casa no se habla”, dice la mayoría.
En los colegios no se pone en práctica al “ser político”. Por lo menos no en base al estudio de las distintas corrientes y sobre todo, del análisis del paso de estas en la historia.
Mientras que no exista un plan de gobierno que tenga como prioridad la “buena educación” y no se ocupen de las familias hambrientas, el Paraguay no florecerá. Seguirán llegando políticos oportunistas, presentándose como el nuevo mesías. Y el pueblo entregará su corazón y el futuro de la Nación, una vez más.