
Durante varios años me tocó estar de guardia durante la madrugada de Navidad, siendo testigo de miles de historias buenas y malas; pero como ya es costumbre, las malas noticias son los titulares del 25 de diciembre. Esas noches me tocó ver desde heridos por bombitas, hasta violentos homicidios o tristes suicidios. Pero lo que ya hasta se volvió común, son los accidentes de tránsito, sobre todo los protagonizados por motociclistas.
Recuerdo a un joven de unos 20 años, que había salido en su motocicleta de la casa de su novia 10 minutos antes de la media noche, rumbo a su casa para compartir la llegada de la Navidad junto a sus padres. Pero encontró a la muerte por el camino.
Apuros, imprudencia, y falta de conciencia, fueron lo que mataron a este joven que no entendió que lo importante es llegar. A pesar de las críticas y los cuestionamientos hacia la dura campaña que lanzó el Hospital de Trauma para estas fiestas, el mensaje es clarísimo y sumamente oportuno.
Con un sencillo arbolito, el centro de traumas más importante del país resumió en tres palabras la mejor campaña de prevención de muertes por accidentes de tránsito: ¡Usá casco, carajo! Para los ofendidos por el trato, la intención es simplemente evitar el luto en esta Navidad.
Los números revelan que si bien con las campañas de educación vial se mejoró un poco el uso del casco, no pasa del 35% o el 40% el uso de casco al momento del accidente. Su utilización es fundamental para evitar traumatismos de cráneo que derivan en graves secuelas o la muerte. En promedio, unos 100 pacientes presentan secuelas luego de sufrir este tipo de traumatismos.
Lamentablemente a esta altura la sutileza ya no es una opción. El Hospital de Trauma recibe en promedio cada semana a 250 personas heridas en accidentes de motocicletas. Al mes son asistidas 1.000 y al año 12.000.
Todo esto representa anualmente, unos 100 millones de dólares de gastos para asistir a los accidentados. Llegá a tu casa para la Noche Buena… ¡Usá casco, y ponete cinturón, carajo!