@feryirobles Mientras leés esto, hay un teléfono celular pasando de mano en mano, dejando de ser un simple aparato y convirtiéndose en una suerte de condena callejera, siendo la principal evidencia de un crimen. En las manos de un nuevo dueño, a costas del sin vergüenza capaz de golpear, herir y hasta matar por ese equipo telefónico.
Esta semana, en plena luz del día y a metros de su colegio, una niña de apenas 16 años se vio cara a cara con uno de estos. En cuestión de segundos, estuvo al borde de perder la vida en manos de un joven que la atacó con una pistola con el fin de llevarse su celular. Logró su objetivo, afortunadamente, no gatilló el arma de fuego, pero no se fue sin antes golpearla con mucha violencia.
El robo de celulares se ha convertido en una de las principales cuestiones de preocupación de los ciudadanos. Son innumerables los casos que a diario se registran, y ya son varios los que incluso terminaron en la muerte de las víctimas. Tan común se han vuelto los asaltos, que en lugar de combatir el flagelo de seguridad y mejorar los sistemas de justicia, las autoridades, simplemente, recomiendan no llevar los audífonos en la oreja, o no viajar en el ómnibus ni andar por la calle con el celular en la mano, porque eso facilita a los delincuentes a atacar a las víctimas.
Tras el caso de la estudiante, algunos incluso hablaban de que la propia niña “provocó” que la asaltaran, ya que tenía el celular en la mano. Me pregunto, ¿a dónde quedó la libertad? Que ellos sean quienes caminen con miedo, escondiendo su culpa. Es hora de que caminemos libremente, y que un celular no se vuelva nuestro sello de garantía de vida.
Fui víctima de asalto en al menos 4 ocasiones y nunca voy a olvidar el rostro de ninguno de esos hombres que con tanta facilidad se llevaron lo que me costó tener. Ojalá alguna vez sientan un poco del terror que me hicieron sentir, cuando también se vean acorralados por la justicia, bien armada como ellos.