Hay tres razones laicas para estar optimista con la visita del papa Francisco a Paraguay en contraposición con alguna posición–respetable como todas– que cuestiona tal acontecimiento. Enorme impacto emotivo.
Un estudiante de sicología sabe que las sociedades aprovechan los “momentos fuertes” cuando se plantean desde la perspectiva de valores para sumar puntos de autoestima y cohesión social: dos grandes demandas nacionales.
Gran visibilidad mundial. Un líder mundial de su significación genera una enorme concentración de atención allí donde fuera. Durante una semana previa a su visita y hasta su despedida desde las escalerillas del avión todos los ojos del mundo estarán concentrados en Paraguay.
¿Eso es importante?. Solo la torpeza o quizás la candidez podrían responder que no. Sin especular con cifras de visitantes, solo vale poner en la balanza que se trata de la visita de un Papa Argentino a un país vecino. Un hecho turísticamente inédito, incomparable en capacidad de convocatoria en la historia de Paraguay. Estaciones de servicio, restaurantes, hoteles, periódicos, vendedores y pancheros lo aprovecharán.