@gabi_zbaez Cuando estaba en 8° grado, mi papá no pudo pagar una de mis cuotas. Los gastos que tenía le impidieron cumplir con lo que para él siempre fue prioridad. Yo no sabía. Nunca me quiso contar sobre sus problemas económicos y me enteré de una forma no muy agradable.
Estaba en clase, se me acercó el administrador de la escuela y me dio una notita, sin dar explicaciones. “Esto entregale a tu papá”, fue todo lo que me dijo. Yo, curiosa, lo leí y me di cuenta de que era un pedido de pago de mi cuota atrasada. No había ninguna amenaza de que me dejarían sin rendir los exámenes finales, era un simple pedido.
Aun así, me hizo sentir muy mal, conste que ninguno de mis compañeros se enteró. Mi historia tuvo un buen final, mi papá se sacrificó y pudo ponerse al día; pero la suerte no es la misma para los estudiantes de los colegios privados que ahora no pueden rendir porque sus padres no pagaron la mensualidad. Estimo que se deben sentir peor que yo en el 8° grado.
Imaginate que estás terminando el colegio, no dormiste el día anterior leyendo tu libro y, cuando ya estás en el pupitre esperando tu examen, el profesor se para frente a todos y te pide que te retires porque tus padres no pagaron tu cuota.
Sos blanco fácil para el bullying, que tanto está de moda. No falta el compañero que te diga “sos pobre”, o “no valés nada porque no pagaron tu cuota”, insultos que incluso el Ministerio de Educación ya tiene registrados. Los alumnos, los que menos culpa tienen, terminan pagando las consecuencias.
¿Culpables? En primer lugar, los padres. No solo por el hecho de no pagar, sino por ni siquiera acercarse a la institución a fin de que le dejen terminar el año a su hijo, con la promesa de ponerse al día más adelante. En segundo lugar, el colegio. Entiendo que no pueden quedarse con un millonario clavo, pero con discriminar a los alumnos no ganan plata.
A nadie le gustaría “ligar de arriba” por algo del cual no tiene la culpa. A estos chicos tampoco, estoy segura. Solo vivan y dejen rendir.