14 dic. 2024

Pescador en... la crecida

@marianonin1 @marianonin1

Lo habían advertido hace tiempo. No es una sorpresa, ni siquiera es una situación imprevista. No es normal, pero la naturaleza tiene eso. Algunas veces es impredecible y en ocasiones devastadora. Poco a poco el agua fue ganando las casas... y con ella un drama tan viejo como la corrupción. A medida que avanzaba la crecida un éxodo comenzó silencioso. Indiferente. Doloroso.

Los bañados se inundaron y cientos de personas huyeron sin rumbo fijo. Entonces la municipalidad les cerró las puertas de los espacios públicos y abrió refugios en los cuarteles. El drama apenas comenzaba. Los damnificados protestaron y exigieron. Los vecinos impidieron que tomen las calles y una gigantesca maquinaria se puso en movimiento para sacar provecho de una dolorosa situación. Los políticos repartieron víveres y medicamentos con sus rostros impresos en las bolsas. Los materiales gratuitos se comercializaron, la ayuda desinteresada se volvió un voto y las víctimas reclamaron su cuota de compasión.

Hubiese sido más fácil y menos costoso un plan de reubicación. Un asentamiento lejos del agua y cerca de una nueva vida. Terminar con el sufrimiento de miles de personas pisoteadas en su dignidad. Pero la realidad nos moja los pies y nos golpea en la cara: ponerle fin al problema tendría un costo político que nadie quiere asumir. Cuanta más miseria más parches, cuantos más parches más dinero para repartir. La situación se va a repetir año tras año, Gobierno tras Gobierno porque a nadie le conviene dejar de pescar en río revuelto. Cuanto menos... la crecida no traerá peces pero traerá votos. Y con los votos no se juega. Pero esa... es otra historia.