
A veces, las películas del cine y la TV se quedan cortas.
A veces, uno repite las cosas que escucha, sin mucho fundamento y sin pruebas. Te dicen que, el país se está mexicanizando y vos te reís de los opinólogos exagerados, aferrado al tereré fresquito y mirando el partido en la tele. (Que no se enojen los hermanos mexicanos por lo dicho más arriba, que sufren el peligroso cóctel del mucho dinero sucio y la poca vergüenza de sus dirigentes).
Pero así, en un rápido recuento y según me viene a la cabeza: tres actos de secuestro en una semana; un suboficial de la policía en poder del EPP hace casi dos años y un productor en la misma situación por casi doce meses; una ciudad y una amplia parte del país que responde a “un poder paralelo”; un poderoso “empresario de frontera” acribillado en una concurrida esquina; un sospechado y sospechoso traslado; un penal con un incendio en el que mueren 6 personas y casi hacen estallar una bolsa de leche con dinamita, pensado para 1.800 reclusos, pero que tiene 4.000 y está a punto de estallar; un ministro dedicado a dar diagnósticos y conferencias de prensa; una Fuerza de Tarea Conjunta inoperante, pero que pide más dinero y que insinúa recepción de dinero por parte de un preso; un recluso que da de comer a muchísimas personas todos los días, que hace pabellones y tiene un penthouse que muchos miramos por TV y hasta quisiéramos vivir ahí.
La mayoría de estas cosas ocurrieron en poco más de treinta días. Es demasiado parecido a lo que se ve en otros lugares copados por el narcopoder: autoridades que miran para otro lado o son inoperantes, instituciones pobres y funcionarios ricos, gente ostentando poder y riqueza.
Y lo más grave, lo más urgente y lo más triste es el mensaje que damos: por la plata todo vale, con la plata todo se compra, hasta una vida de poderío casi sin límites (y, según dicen, desde donde se digitaban y ordenaban vidas y muertes) dentro de los muros de una cárcel.
Ojalá que no sea así... que sea una falsa impresión, pero parece...