19 may. 2025

Nos tropezamos con la caída del WhatsApp

Embed
HOUDIN BIG

@rodrigohoudin

El pasado miércoles se registró la caída casi a nivel mundial de la aplicación de mensajería WhatsApp. Paradójicamente una de las Apps que revolucionó la comunicación nos dejó algo incomunicados, aunque muchos responsabilizan, a este tipo de herramientas, como las promotoras del quiebre comunicacional.

Pero cada uno vivió de una manera diferente el tropezón o caída del sistema de mensajería.


La comunicación cara a cara está en peligro de extinción”


Muchos optaron por utilizar otros sistemas, como volver a los SMS, enviar chats por Facebook, Instagram o Telegram. Es así que descubrimos por un instante que no todo es WhatsApp en la vida.

La caída de este sistema popular de comunicación, no solo nos recordó que existen otras maneras de comunicarnos, sino también evidenció que tan dependientes somos hacia esta aplicación.

A penas cayó el servicio, bastaron unos minutos para que todos hablen de la caída en sus muros de Facebook.

Este hecho me trajo a la mente una charla con el psiquiatra Julio Torales, del Hospital de Clínicas, quien durante una entrevista destacó que muchas personas optan por utilizar estas herramientas excesivamente, tanto que una madre en vez de ir a tocar a la habitación de su hijo para invitarlo a la mesa, lo hace por un mensaje del WhatsApp. Lo mismo sucede en el caso de llamarle la atención. La comunicación cara a cara está en peligro de extinción.

Es evidente que nos hemos convertido en WhatsAppdependientes y la caída reveló el tropezón que nos dimos.

No me cabe duda que muchos habrán justificado no terminar un trabajo, una tarea, etc.; alegando la caída del WhatsApp.

Es irónico que la comunicación nos tenga incomunicados. Pero es ahí donde, una vez más, se evidencia el mal uso que le damos a las tecnologías que deberían estar a nuestro servicio, pero sin que dependamos de ella.

Deberíamos empezar a vivir sin depender tanto de una aplicación, utilizarlas para lo que fueron creadas; hacernos más fácil la vida pero sin que sea tan indispensable como el oxígeno que respiramos.