La Iglesia dejó ayer varios mensajes importantes para sus fieles. En la homilía de Caacupé, el tema feminicidio no fue olvidado. Se criticó con dureza.
Monseñor Lucio Alfert, obispo de Pilcomayo, lamentó los feminicidios y expresó la realidad, recordando que semanalmente hay dos víctimas.
«No se puede aceptar esta situación», dijo el obispo. Tiene demasiada razón, ya es insostenible. Es por eso demasiado importante, que el tema haya sido abordado ante los centenares de fieles presentes. Un castigo ejemplar no es suficiente contra este monstruo. Las Iglesias (católica y demás religiones) deben asumir esa responsabilidad, por la gran influencia que tienen en sus fieles.
El discurso debe ir acompañado también de acciones concretas, de reclamo al Estado. La apertura de diálogo con las organizaciones sociales que defienden estas causas también debe estar en la agenda. Ninguna lucha tendrá resultado si reina el sectarismo. Para pelear contra la muerte violenta, no debe reinar el odio ni las diferencias ideológicas.