19 may. 2025

Nada es lo que parece

@marianonin1 @marianonin1

Vivimos tiempos de incertidumbre, días impredecibles en los que todo es lo que no debería de ser. Policías que supuestamente plantan drogas para inculpar y chantajear. Un solo caso bastó para romper el miedo y desatar una avalancha de denuncias de abusos de poder y extorsiones de insospechadas consecuencias.

Pasó lo mismo con un caso de gatillo fácil, que desnudo una práctica criminal en las fuerzas de seguridad. Un caso fue a otro y otro a otro. En todos, rozando la impunidad.

La agresión a un periodista, que se hizo visible gracias a la viralización de una golpiza, es otro caso. Los limpiavidrios que hasta el hartazgo defendieron que hacen un servicio, desnudaron que no son muy amigos del rechazo y están dispuestos a todo. Incluso a romperte la cara si fuera necesario.

Pero no es solo violencia. Tras la denuncia, nos enteramos que ese mismo limpiavidrios tiene tres antecedentes por robo y uno por amenazas… y está en la calle, listo a intimidarte por unas monedas. Pese a que fue detenido, más tarde supimos que una fiscala ordenó su libertad… por teléfono.

Los indígenas, expulsados de sus tierras por grandes terratenientes, mendigan en los semáforos y acampan en el asfalto, frente mismo a la institución que debería velar por las comunidades nativas. Así, sin tierras y sin comida, deambulan por las calles pidiendo limosnas. Tenemos una de las represas más grandes del mundo y apenas caen unas gotas se va la energía eléctrica.

Sucesivos Gobiernos hicieron la vista gorda y la falta de inversión en el sistema eléctrico ahora nos pasa otra factura, que como siempre, termina pagando el más débil. No solo se trata de dinero. Se trata de sufrimiento, de una lenta tortura cotidiana.

Y así podríamos seguir desojando el país del revés, copado por motochorros asesinos, donde todo se ve como el político de turno quiere que lo veas. Del derecho hacia el revés con la misma resignación. Un país donde nada… es lo que parece.