18 may. 2025

Mamá es mujer

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El primer disparo vino desde atrás: “mi amor, te chupo”, le dijo una voz despreocupada y medio desentonada. Sin embargo, ella se mostró inquebrantable mientras hacía una noticia en vivo y una multitud de inadaptados desfilaba a su lado lanzándole piropos y alguno que otro beso.

Se tragó con una sonrisa el trago amargo y siguió relatando el suceso como si nada. Por dentro la habían herido. Habían violado su espacio y su intimidad como quien cuenta un chiste de mal gusto. Al terminar la nota sintió miedo.

Lo vimos todos pero no lo dimensionamos en su verdadera medida.

Le sucedió a una periodista, pero lo viven miles de mujeres en el día a día. Es parte de la violencia de género que crece silenciosa y agresiva. Los piropos convirtieron a la mujer en un objeto y se metieron en su libertad con un tono bonito. Muchos hombres asumen el derecho de invadir tuneando con palabras lindas el espacio de una mujer. Y es solo una forma de violencia.

Alrededor de un 20% de los casos de violencia machista son denunciados en el Paraguay, lo que evidencia un “inmenso sub-registro” de la situación en el país. Es grave. Según un informe de Naciones Unidas solo un 15% de las mujeres víctimas de violencia en el Paraguay acudieron a una comisaría a denunciar estos hechos y apenas un 12% recurrieron al Juzgado de Paz, por lo que el 85% de ellas no denunció.

Ella buscó un policía y denunció que la habían tocado. La respuesta del agente fue insólita: “sos hermosa e irresistible”, le dijo, como si tu rostro, tu ropa o tus gestos dejen las puertas abiertas al maltrato y el acoso.

Pero las estadísticas son aún peores. Una mujer es asesinada cada cuatro días en nuestro país. Es por eso que un piropo o un beso no deseado es grave. Es una cuestión cultural y de fondo en la que, con un poco de compromiso, todos podemos poner de nuestra parte. Después de todo dicen que el respeto comienza en casa con la madre. Pero esa… es otra historia.