Somos un país de película. En los últimos tres días escuchamos más esfuerzo en debates sobre como manejar los “billetes manchados” que todo el debate que se pudiera escuchar sobre como parar con el robo de cajeros automáticos.
Siendo que en relación a este último punto hay caminos que serian muy interesantes de explicar: ¿cómo y de dónde se obtienen los explosivos?. ¿Su manejo no requiere preparación alguna o habría que ir haciendo un inventario sobre personas que pudieran estar operándolo profesionalmente?.
¿Cómo es que siempre se llega siempre irremediablemente tarde luego de una explosión, que no es cualquier cosa.? Es más, como es que los clavos miguelitos son suficiente resguardo para las huidas.
Muchas veces da la impresión que construimos nuestras agendas en base lo accesorio de los problemas y nunca sobre el núcleo de los mismos. Si observáramos veríamos que este síndrome se extiende a diversas acciones y análisis de nuestras agendas.
En términos volcánicos, nos dejamos fascinar por la erupción y nunca construimos sobre las causas, los antecedentes; por ello, nuestras soluciones sin típicamente bomberiles: apagar incendios sin prevenir las causas. En síntesis, los billetes se manchan, los ladrones sí, y son éstos a los que tenemos que localizar.