@diegopyo Pululan en todas partes. Técnicamente son “reductores de velocidad”. En otros países son conocidos como “semáforos del Tercer Mundo”. En la realidad cotidiana terminan siendo destructores de vehículos, cuando solo deberían cumplir la función de generar una merma en la velocidad. Pareciera ser esta la lógica: como el paraguayo maneja mal, a llenar de lomos. Sin embargo, no podemos obviar que el tránsito se comparte entre camiones, camionetas, autos, bicicletas y motos (las dos últimas con más riesgos de caer).
En un recorrido que realizo rutinariamente por varias ciudades del Departamento Central hasta llegar a Asunción encuentro que 9 de cada 10 “reductores” están sin señalizaciones. De ese modo, terminan siendo un muro de día y una trapa mortal de noche. En lugares conflictivos están puestas para que se maneje a 10 kilómetros por hora. En la Chacarita están cada 30 metros, supuestamente para evitar la fuga de moto-asaltantes en eventuales persecuciones policiacas. En la zona de Cerro Lambaré estarían poniendo más lomadas para impedir las carreras clandestinas, que terminan en accidentes de tránsito.
Uno de los sitios donde pareciera ser que están bien los reductores es en la zona de Petropar, Villa Elisa. En el sector de descenso, hace años están los “serruchos” (esas lomadas pequeñas y de menor altura). Estas ponen en alerta a los conductores y no dañan la máquina. En esa ciudad, hace algunos meses se colocaron muchas lomadas plásticas para generar el descenso de velocidad, más aún en lugares de grandes concurrencias.
¿Qué hacer a futuro? Que se incluya la Educación Vial como materia obligatoria desde la escuela hasta la universidad. Que se cambien todos los semáforos precarios por los “inteligentes”. Que los funcionarios del MOPC tengan criterios técnicos para poner lomadas. Que aumenten las campañas de los derechos y obligaciones de los conductores y peatones. Que urgentemente pinten todas las lomadas de fosforescente para que sean fáciles de identificarlas, siendo estas señalizadas con cartelería.