28 mar. 2024

Injusticias

"¿Qué esperanzas tendrá en volver a denunciar una injusticia o un abuso?”

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Entre 2015 y 2016, un chico de 14 años estaba en la edad que se conoce como “difícil”. No hacía caso a su madre y ese tipo de cosas. La mamá, angustiada, pidió al sacerdote Félix Miranda que guiara los pasos de su hijo. Uno cuando piensa en Iglesia, por lo general, se acuerda bien y a algunas personas hasta le trasmite cierta paz. Pero la historia no termina feliz.

Después de este pedido, el pa’i tuvo contactos más frecuentes con él. Pero una oscura intención estaba detrás. La mujer dijo en aquella oportunidad que pidió ayuda al religioso “porque confiaba mucho en él”. Tras unos meses, notó conductas extrañas del sacerdote quien empezó a darle regalos a su hijo, como ropas. Incluso, llegó a regalarle una guitarra electroacústica.

Aseguró que el religioso también llevaba, diariamente, al joven al colegio, paseaban, le llevaba a cenar en lugares costosos. El chico terminó contando a la psicóloga del colegio que ya no quería volver porque fue víctima de abuso sexual por parte del sacerdote.

Ayer, después de años de dilatación del caso, la “Justicia” decidió premiar a Miranda con tan solo dos años de cárcel. Dos años en nuestro país significan: nada. Con la posibilidad de solo pagar fianza y salir libre con algunas restricciones que son macanas. ¿Quién repara el daño ocasionado al joven? ¿Qué esperanzas tendrá en volver a denunciar una injusticia o un abuso?

La historia de la alumna del Complejo Educativo Nur de Villa Hayes, a quien decidieron suspenderla por llamar “ladrón” al gobernador Rubén Roussillón y pedir cárcel para su esposa en medio del acto de asunción, tratando de mandarla callar, es similar de injusta. La menor fue sacada a empujones del lugar además de la sanción que recibió por parte de la institución.

Rousillón y otros 39 acusados fueron imputados por el fiscal Martín Cabrera por desvío de fondos, G. 30.000 millones de la Gobernación del departamento chaqueño. Muy equivocada no estuvo la estudiante. Le están privando de un derecho: estudiar ¡Solo por decir lo que piensa! ¿Qué enseñamos a los chicos? ¿Acaso los callaremos con “baline de goma”? Ella sigue “castigada”, pero me gustaría pensar que no está arrepentida de haberlo dicho.