14 dic. 2024

Ich, Roque

Por Hugo Barrios @Huguelli Por Hugo Barrios @Huguelli

“Todo el mundo grita mi nombre. Es porque soy muy guapo, hombre. A lo mejor soy un goleador. ¿O no tiene nada que ver, señor? No sé por qué mi nombre es tan relevante. En los estadios siempre doy el cante. Debería sentirme bien ahora. ¿O no tiene nada que ver, señora?”.

En 2004, Roque Santa Cruz jugaba en uno de los equipos de fútbol más poderosos del mundo: el Bayern Munich. Los músicos de “Sportfreunde Stiller”, una banda de rock, se encariñaron con aquel talentoso atacante y le compusieron una canción: “Ich, Roque”. En alemán, su traducción literal es “Yo, Roque” pero también puede significar, haciendo un juego de palabras, “Yo rockeo”.

Casi toda la letra, obviamente, está en alemán, menos el párrafo con que empezaron estas líneas. Roque se prestó para “entonar” el coro e incluso aparece en el videoclip de la canción que lleva su nombre.

El máximo goleador de la Selección Paraguaya, con 32 conquistas, anunció ayer que se despide de la camiseta albirroja con que tantas alegrías obsequió al país. La noticia de su dimisión recorrió el mundo y caló hondo en la afición local.

Aquel chiquilín que partió a Europa con tan solo 17 años y que había debutado en la Primera de nuestro balompié a los 15 dice “misión cumplida” en la Selección. Se marcha con todos los honores, con la satisfacción de haberse ganado el respeto de compañeros y adversarios a lo largo de todos estos años, ya sea en mundiales, eliminatorias o Copa América.

Le dirá un “hasta siempre” a los partidos con la Albirroja luego de este combo premundialista ante Perú y Bolivia, equipos de los que llegó a ser su verdugo. La lección que nos deja el amo de la camiseta 24 es que con sacrificio, talento y humildad todo se hace más fácil en esta vida.

Como le escuché decir ayer a Javier Sosa Briganti: “Sigue siendo el mismo pendejo humilde de 17 años que dejó Paraguay para ir a triunfar a Europa”. Perseguido por las lesiones, reprochado por muchos, admirado por millones, Roque se retira de la Selección no con lágrimas, sino con una sonrisa sincera. Un capo como futbolista y como persona. “Ich, Roque”.