19 abr. 2024

Hambrientos andan, también de Justicia

Sufre no solo el desamparo de su gente, también el abandono nuestro. ¡Huérfana de padres, huérfana de Estado! Ocho años tenía y, además, gastada la vida.

No tenía calzados, tampoco ganas. Sus ojos reflejaban tristeza, su rostro, la triste realidad. Sus manos lucían sucias, mientras que sus pies soportaban el peso de la indiferencia. Ocho años tenía y, además, gastada la vida.

El Gobierno le privó de estar en casa, en tanto que la sociedad la marginó a un costado de la ruta.

La niña lucía solitaria y herida, en un país donde le lanzan, en vez de oportunidades, monedas.

Un bocado comía, mientras repartía otro a un montón de hermanitos. Hambrientos andan, también de Justicia.

Sufre no solo el desamparo de su gente, también el abandono nuestro. ¡Huérfana de padres, huérfana de Estado! Ocho años tenía y, además, gastada la vida.

La llamé Flor, de esas más hermosas y exquisitas; Flor, de esas que, sin cuidado, se marchitan.

Le llevé amor y unas bolsas de cariño, pero no pude llevarle una nación con derechos y garantías. La indígena, triste lucía, decenas de niños en situación de calle le hacían compañía. ¡Ocho años tenía y gastada su inocente vida!

Recordate: El escaso desarrollo de políticas públicas y un estado ausente son las causantes de sus sonrisas apagadas. Centro de Atención al Indígena: Tel: (021) 201-818.