“Mis disculpas a Roger. De verdad un feo error que espero no le haya causado daño”, tuiteó ayer el senador liberal, Luis Alberto Wagner, para disculparse con el comunicador Roger Antonio Cardozo Rojas, director de Prensa de Senacsa y de Relaciones Públicas de la ARP.
Wagner, en su presunta intención de vincular a HC con el malogrado “empresario de frontera” acribillado en Pedro Juan Caballero publicó en las redes sociales la fotografía de Cardozo Rojas junto con el presidente de la República. No sabemos si fue intencional o realmente confundió al comunicador con el asesinado Jorge Rafaat.
La pifiada del senador generó todo tipo de reacciones en las redes sociales a tal punto que lo trataron de “burro” (no se qué culpa tendrá este animal) y, acorralado por las críticas, no tuvo otra salida que buscar las disculpas del periodista.
Se dice que cada persona tiene su doble y algunos que otros estudios señalan que incluso cada uno tiene “siete gemelos” repartidos por el mundo. Y a más de uno le habrá pasado el hecho de confundir una persona con otra, por su idéntica apariencia física, sin que esto signifique algún tipo de lazo familiar entre sí.
Esto que ocurrió con el senador me recuerda varias anécdotas vividas con respecto a mi apariencia física. Como soy rubio y en el pasado estudié para sacerdote mucha gente me confunde con un cura que está en una parroquia de la diócesis de Caacupé. Este religioso, también es rubio y tiene características similares a mi apariencia física.
En varias ocasiones, ya sea en la calle, en el supermercado o en la iglesia de mi parroquia ya tuve que zafar de incómoda situación porque, al confundirme con el sacerdote, me piden la bendición o me tratan directamente de “Padre”.
Ocurre este tipo de confusión, y espero que solo eso le haya pasado al parlamentario porque de lo contrario podría entenderse que trató de ganarse un puntito a costa de HC y el tiro le salió por la culata. Y aclaro, nunca dí la “bendición sacerdotal” porque apenas soy un pecador más.