Por supuesto que todos sospechábamos que el fútbol era, es y será un antro de corrupción. Al menos nosotros, tan acostumbrados a ver a diario hechos de corrupción en instituciones públicas y viviendo en el país que, quizá por haber negociado el primer lugar, se había quedado con el segundo puesto como el más corrupto de América; sabíamos que no todo podía ser tan limpio.
La pregunta que de seguro muchos de ustedes se hacen y con justa razón es: ¿Por qué no lo dijimos antes? Y hay varias respuestas. Fui periodista deportivo durante 5 años. Mi carrera en los medios se inició en ese rubro. La investigación en el periodismo deportivo no tiene lugar, y debo decirlo con mucha pena. La especulación, el chisme, el rumor y el escándalo sí. Apostaría que más de un colega en este momento estará diciendo "¡es lo que la gente quiere!”.
Luego del escándalo de la FIFA que involucró a varios paraguayos como Nicolás Leoz o Juan Ángel Napout, dije en Twitter algo que a algunos molestó: se sinceró el periodismo deportivo. Creo que todos nos dimos cuenta de lo que pasó cuando se destapó la olla. No todos los que callaron lo hicieron por el mismo motivo. Algunos callaron porque en verdad conocían muy poco del tema, otros porque sabían demasiado y en cierta medida conviven con los corruptos.
Los que hablaron también lo hicieron por motivos diferentes. Algunos por no callar, otros por no quedar en evidencia, otros por embarullar y aprovechar el momento. Como lector, como oyente, rescato tres casos que creo merecen un destaque; Daniel Chung, Jorge Vera y Juan Pablo Zaracho. Me tocó trabajar con ellos y conozco de la integridad de cada uno. Nos enseñaron, nos explicaron y nos dieron cátedra del escándalo a aquellos que solo tocábamos de oído.
El escándalo de la FIFA no solo nos dejó conocer el rostro de la corrupción. Nos plantea la urgencia de desarrollar la investigación en este rubro. Ordenó el periodismo deportivo en relatores de fútbol, comentaristas, animadores y en analistas deportivos.