@augusto2s Es una pena, siempre perdemos la guerra ética cuando se trata del tratamiento periodístico de temas vinculados a la niñez y su resguardo; el caso de la niña embarazada es un nuevo ejemplo.
Aun cuando debiera reconocerse que pudiera ser aun peor, en algunos medios se plantearon discusiones –no siempre es responsabilidad de los periodistas– donde el tema central parecía ser si la niña podría procrear o no, como si su cuerpo fuera un recipiente contenedor de embarazos, antes que centrar el enfoque en la cuestión humana, ética, jurídica y humanista. Existe un elemento raro que nos sobrevuela siempre que debatimos estos temas o incluso cuando pretendemos cuestionar al machismo o la discriminación y se trata de una naturaleza relativizadora de los hechos que nos asalta.
El sí, pero; o, siperoismo, buscará siempre hurgar en justificaciones allí donde la naturaleza ética de la circunstancia nos obliga a tomar un camino lógico. No basta con resguardar el rostro de la niña embarazada.
Una sociedad seria resguardaría su historia, su contexto, sus antecedentes y por sobre todo, su futuro. Aquí pensamos que con pixelar una foto ya está. Por alguna razón, quizás proveniente de nuestra cultura oral y nuestra depresión educativa muchas veces el morbo nos gana la pulseada.