Uno de los trucos de cualquier mago es lograr desviar la atención del público mientras hace sus trucos, como mover las manos, espejos, luces, cualquier tipo de artimañas para lograr su objetivo.
En nuestro país las personas especialistas en el arte de la distracción no usan capas, lucen costosas corbatas y sus bolsillos están llenos de la plata del pueblo.
No siempre mueven las piezas de manera magistral, en varias ocasiones el público es muy fácil, ni siquiera se esfuerzan y ya le compramos sus mentiras.
Estamos tan acostumbrados a que nos distraigan que caemos con facilidad en cualquier vyrorei.
Un ejemplo es el caso de la mujer que quemó la bandera paraguaya frente al Panteón de los Héroes.
La señora ya fue imputada y probablemente pagará por su error infantil pero la ciudadanía y algunos medios de comunicación siguen dándole entidad.
Es increíble, pero se logró desviar la atención, todos deberían estar presionándole al Gobierno para aclarar el caso de las dos niñas asesinadas en Yby Yaú y cuestionando por qué quemaron las pruebas del caso.
Debemos llevar como tarea a casa aprender a no comprar cualquier espectáculo barato y centrarnos en lo que verdad importa.