Recuerdo que cuando era un chiquilín cada fin de semana iba a la cancha para ver a mi equipo favorito. Cuando las cosas no iban bien en el terreno de juego con el club, todos furiosos cantábamos: “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”.
Era una queja contra los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes del club que no hacían bien su trabajo. Este cántico popular me vino a la mente cuando lograron expulsar a Payo Cubas de la Cámara Alta.
Este personaje probablemente se merecía un castigo por todo lo que hizo en el poco tiempo en el cual fue senador. Pero no sé si ameritaba que lo sacaran del sitio en el cual el pueblo lo puso, ya que sus colegas han cometido todo tipo de fechorías muy graves a lo largo de varios años, que desangraron a nuestro país y quedaron impunes.
Si los mediremos a todos los parlamentarios con la misma vara deberían irse todos, como dice la canción de la cancha, algunos a sus casas y muchos otros directo a la cárcel.