11 dic. 2024

Cuando las motos dejen de roncar

Por Hugo Barrios @Huguelli Por Hugo Barrios @Huguelli

Como todas las creaciones del hombre, los objetos que nos acompañan a diario pueden ser utilizados para bien o para mal. Es como en el caso del cuchillo, que en principio sirvió para ayudarnos a comer, pero que también es empleado para cometer los crímenes más atroces. Con las motos ocurre algo parecido.

De ser un medio de transporte económico para trasladarnos de un lugar a otro, pasó a convertirse en un símbolo de desgracias para muchas familias. Quizás el único “motochorro” que le cae bien a la sociedad paraguaya es Darío Lezcano, el nuevo ídolo de la Albirroja. Los asaltos y la muerte, hoy por hoy, viajan en dos ruedas.

Pero ahora quiero hacer mención a los roncadores. Por más de que trate de encontrarle una lógica al espantoso ruido que producen, no me explico por qué muchos motociclistas encuentran “cool” presumir de ellos cuando circulan a toda velocidad por nuestras calles.

Amigo motoqueiro: si creés que “pureando” con tu roncador vas a conquistar a las chicas, lamento decirte que esa táctica, difícilmente, funcionará. Dudo mucho que te digan: “Guau, me encanta cómo hacés este ruidazo, te doy mi número”.

Con sumo agrado, he visto que en varios municipios del país hicieron añicos estos chiches por no hacer otra cosa que destruir los tímpanos. La polución sonora tiene su ley y todo (la 1100/97), pero no existe voluntad para hacerla cumplir. Las normativas están, pero son letra muerta.

No hay nada más desagradable que ser interrumpido por el ronquido de las motos cuando uno está conversando con alguien en la vereda o, por qué no, en el propio patio de su casa. En mi caso, lo que hago en esos casos es cerrar los ojos y reanudar la charla una vez que hayan pasado las máquinas. Uno no sabe a quién echar la culpa. Si al prójimo que no aprendió a civilizarse o a las autoridades que permiten que hagan estallar nuestro sistema auditivo.

Cuando las motos dejen de roncar nuestros oídos estarán a salvo. Mientras tanto, vayamos al trabajo, al colegio o junto a la novia, seguirán jorobándonos. Ya tú sabes.