De la mejilla del vendedor de poha ro’ysã caía un hilo tan transparente como conmovedor, era una de sus lágrimas. Nuestro compañero Bernardino Castillo acababa de entregarle 621.500 guaraníes, una suma que le envió Eulalia Figueredo Jara desde España tras conocer su historia a través del Facebook.
Nuestro protagonista principal vive en San Pedro del Ykuamandyju sin más compañía que su penosa enfermedad: el Mal de Parkinson. A pesar de eso, el hombre no se deja derrumbar y vende remedios refrescantes a un costado de la ruta. Lo hace para sobrevivir.
Bernardino lo vio y adquirió de él algunos de sus yuyos para el tereré. Le pagó con un billete de 100.000 guaraníes, conmovido por la forma en que el prójimo nos muestra a todos que no hay que rendirse, pese a las azotes de la vida. “Mediante nde, akaruporãta (mediante vos, voy a comer bien)”, le dijo el sampedrano, con un tono de eterno agradecimiento.
“Si no vendo remedios refrescantes, yo no como nada”, fue otra de las tristes situaciones que reconoció en guaraní, luego de recibir la donación que le enviaron desde Europa. “Ndovaléi la che po (no sirven mis manos), se lamentó. Sumamente emocionado, no podía parar de llorar allí desde su humilde hogar, donde la humedad y la soledad son sus únicas confidentes.
Al ver cómo batalla, a pesar del constante temblor de sus manos, no es que sienta lástima por este compatriota, sino una profunda admiración. Lo considero hasta un héroe porque su labor diaria es una bofetada a la holgazanería, a la pereza, a la haraganería, al tekoreisismo y a todos sus sinónimos posibles.
Así como Eulalia y Bernardino, mucha gente se puso en campaña para para ayudarlo al ver en qué condiciones vive: en el más absoluto abandono. La solidaridad es uno de las bellas expresiones que un ser humano puede demostrar y aplaudo a quienes le tendieron la mano a este héroe sin capa, pero con más agallas que vos, yo y el resto de los que gozamos de buena salud. Ya tú sabes.