La inmensa cantidad de feminicidios nos tienen que obligar a cambiar en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Es un problema real que se soluciona educando a los niños desde pequeños. Ellos necesitan de adultos que cuenten sus historias de compromiso con sus parejas.
Mis abuelos de parte de mi papá y mi mamá estuvieron casados por más de 50 y 60 años.
No niego que pudieron existir infidelidades pero ellos hicieron que valga más la unidad familiar y el respeto.
Hoy me toca a mí formar una familia duradera con mi esposa que cumpla el ambiente que necesiten nuestros sobrinos y futuros hijos.
Al comienzo fue difícil controlar mis pensamientos, como no saber por qué tardaba en llegar a la cita.
Pero todo eso solo te hace gastar energía en vano y tiene un impacto negativo en otros aspectos.
En muchos hogares, hay padres que buscan que sus hijos sean igual de picaflores y tengan hijos de varias mujeres sin hacerse cargo después.
Esa cultura machista genera más orgullo que después se defiende a los golpes.
Sin embargo, cuando al niño se le enseña que no hace falta la violencia para ser respetado, él no golpea y la niña se aparta a tiempo de aquel que le quiera prohibir hasta lo más básico como el celular.