23 abr. 2024

¡Cómo daña la verdad absoluta!

Si algo he aprendido de la vida es que la verdad absoluta no existe.

Si algo he aprendido de la vida es que la verdad absoluta no existe. No es nada más que un pensamiento compartido por una mayoría y que vive en constantes cambios, por eso se acerca bastante a la realidad.

Tampoco existe una persona tan sabia que no necesite ayuda, ni un ser tan bueno que nunca haya actuado con malicia.

La Madre Teresa de Calcuta es un ícono de la compasión y el amor, pero fuera de la religiosidad se habla de un lado oscuro. Quizás ambas historias tengan un poco de verdad, lo que sí sabemos es que las dos existen y persisten en la historia.

Esto sucede bastante en la política. El sesgo personal de algunos representantes les hace olvidar que la verdad absoluta no existe, si no que, con ayuda de los demás y de los constantes cambios se crea una idea tan buena que puede funcionar y prevalecer sobre otras.

Sucede en todos los partidos políticos, en los tradicionales y hasta en los llamados revolucionarios. Ocurre en los sindicatos, en los movimientos sociales. El síndrome del pastor y el rebaño, la inseguridad, el ego o hasta la obsesión por el poder podrían ser los problemas. Quién sabe, pero lo que se siente en la calle es que a causa del totalitarismo el cambio positivo está cada vez más lejos, y eso es lo más cercano a la verdad.