Es increíble la cantidad de mosquitos que invaden las distintas ciudades del país.
Es cuestión de tiempo para que exploten los contagios y las muertes por esta otra segunda epidemia que nos afecta a la par que el COVID-19.
Cada vez que me pica un mosquito no puedo evitar pensar que quizás me pueda contagiar de dengue.
Me gustaría que por fin exista una vacuna masiva y efectiva también contra esta enfermedad.
¿Qué hubiera sido de nosotros si no había vacunas contra el sarampión y la rubéola? ¿De cuántos años iba a ser nuestra esperanza de vida?
¿Por qué será que todavía no hay campañas de vacunación contra el dengue? ¿Será que solo importa combatir las enfermedades que aquejan a los países de primer mundo?
Y en medio de todo están los antivacunas por cuya causa todavía existen muertes por el COVID.
No escuchan lo que dice la ciencia y, lo que es peor, están usando las camas que deberían de estar liberadas para pacientes de otras dolencias.
La salud es nuestra mayor joya y se necesita de un gran esfuerzo colectivo para tenerla intacta. Y que la próxima vez que nos pique un mosquito no nos haga nada.