Sergio Etcheverry - @uruser
Año preelectoral (de hecho, siempre estamos en año preelectoral en este país... mejor digamos “año anterior a las elecciones”)... la danza de los candidatos es interminable y por supuesto, habrá para todos los gustos: jóvenes y viejos, “políticos” y “técnicos”, “populistas” y “conscientes”, “fachos”, “zurdos”, indefinidos y miles de etcéteras más.
En esta andanada de candidatos es llamativo el ingreso de los integrantes de “la farándula”, impreciso término en los que se engloban conductores, periodistas o no tanto, números 1 y números 2, modelos y exmodelos más o menos siliconadas, DJ (son los que más fuerte pisan parece) y, probablemente, muchas categorías más.
“Todos son bienvenidos”, dijo Tuma, mencionando a los futbolistas (y de hecho, el “Tigre” Ramírez anda queriendo rugir fuerte en la política).
¿Estará capacitada toda esta gente para el cargo al que se postula? Puede que sí, puede que no.
Y la pregunta de fuego: ¿el título garantiza un buen servidor público? Evidentemente no.
Ante una clase política totalmente desprestigiada, no es raro que esto suceda. Es más, la misma clase política los recibe con los brazos abiertos, porque esas figuras mediáticas probablemente arrastren votos.
¿Qué pasará después? Es difícil predecir, aunque yo creo que en muchos casos los votos serán dirigidos por dos o tres influyentes dentro de cada partido (si es que la palabra “partido” aún significa algo).
Y al paso que vamos, en un futuro no muy lejano probablemente votemos por Internet y a candidatos hechos a medida del Internet; no habrá más actos públicos, todos serán por Internet y los “Me gustas” serán más importantes que los presentes en la plaza.
Y un poco más allá, nuestros candidatos también serán virtuales, diseñados por oscuros programadores que les dirán qué y cómo hacer y los alimentarán con oscuros programas.
O sea... no habrá muchos cambios, podríamos decir.