25 abr. 2024

Aprender del pasado, no vivir de él

Esta pandemia tuvo que enseñarnos que de nada sirven nuestros intereses personales, al final todos estamos en la misma bolsa.

PASAJEROS

Los colectivos van repletos de gente a pesar de la prohibición de viajar con más de 16 pasajeros parados.

Foto: ÚH

El Paraguay se ha vuelto tan complicado que hasta cuesta pensar que se puede estar peor.

El paraguayo sufre día a día los pasos de tantos años de corrupción. La lucha de vivir en el corazón de América Latina, inicia antes que se ponga el sol. El pobre debe caminar kilómetros en la fría madrugada, para buscar sitios donde tomar un colectivo no sea misión imposible.

Un sistema de transporte de antaño explotado hasta las cenizas por los insaciables empresarios privados, es lo que nos queda. En Paraguay, donde reina la impunidad, es posible algo tan alocado como permitir que gran parte de la población lleve meses privado de un derecho básico como transporte, simplemente por chantaje de los transportistas.

¿Cómo es que hemos caído tan bajo? Y pensar que alguna vez, antes de la sangrienta Guerra de la Triple Alianza, fuimos uno de los países más grandes de la región. Ya no es posible seguir culpando a los países vecinos por nuestro atraso.

Tantas décadas de tener un pésimo sistema de salud nos pasó la factura, pero tampoco podemos excusarnos de ese pasado. Es momento de asumir que los paraguayos somos culpables. Necesitamos ser parte de la política de cambio, no solo ser electores. Esta pandemia tuvo que enseñarnos que de nada sirven nuestros intereses personales, al final todos estamos en la misma bolsa. Cambiar las cosas está en nuestras manos.