En estos días en que una nueva reunión de Presidentes es noticia, vale recordar el discurso del expresidente Oscar Arias durante la cumbre de Presidentes en Trinidad y Tobado en el 2009 que tuvo como idea fuerza la expresión “algo hicimos mal”.
Decía Arias: “Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos de América (…) es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. Y agrega: “No podemos olvidar que por lo menos hasta 1750 todos los americanos eran más o menos iguales: todos eran pobres.”
Sentencia también el expresidente de Costa Rica y Premio Nobel que “cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda… y así la Revolución Industrial pasó por América Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la oportunidad.”
Recuerda que “hace 50 años, México era más rico que Portugal. En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur –en cuestión de 35 ó 40 años– es un país con US$ 40.000 de ingreso anual por habitante”. Y concluye su discurso con la frase lapidaria: “Bueno, algo hicimos mal los latinoamericanos.”
Arias tiene razón. Y si bien no se menciona, aunque incide fuertemente, el hecho que somos un continente explotado y expoliado, que bien lo reseñan escritores como Eduardo Galeano, también es cierto que media docena de regiones del mundo supieron levantarse de tales condiciones de desventaja y salir adelante.
No se puede atribuir este derrotismo a alguna ideología en particular. La mayor parte del tiempo que se menciona fue la derecha la que dominaba el continente y la izquierda no queda excluida de este síndrome de no encontrar salidas.
Debe nacer en el continente una mirada creativa, reflejo de los conocimientos de los países que supieron crecer para dar bienestar a sus pobladores. Así ya no se puede continuar y los dirigentes deben ser conscientes de la necesidad de superar los sectarismos y pensar en la postmodernidad de nuestras naciones.