“Las veces que busqué trabajo me quitaba todos mis piercings y aritos. Trataba de cubrir mis tatuajes con camisas. Sabemos que las personas tienen muy en cuenta esas cosas, si no, no te dan el puesto”, señaló Javier Duarte (34), quien vive en Villa Elisa. El hombre recordó que las veces que trabajó “así como es”, con los tatuajes y accesorios, fue cuando “laburaba” con sus amigos.
Las dificultades de encontrar un puesto surgieron luego de las polémicas declaraciones del ministro del Trabajo, Guillermo Sosa, quien dijo que el piercing es una “enfermedad mental moderna”.
El director del Empleo, Enrique López Arce, quien tiene mucho contacto con funcionarios de Recursos Humanos de las empresas y con los postulantes a un puesto laboral, indicó que los empleadores observan cada detalle para contratar “a los mejores” hoy en día.
“Antes te mandaban dibujar para saber cómo es una persona. Ahora miran los perfiles de Facebook. Hay personas que se muestran saliendo de una fiesta a las 05:00 entre semana y eso les resta puntos”, dijo.
Añadió que si bien no se determina que una persona sea o no buena para un puesto porque sea “farrista”, es un “signo de alarma”.
“En fila para la entrevista, hay un joven con unos auriculares, automáticamente piensan que esa persona puede ser distraído o que en hora del trabajo va a hacer lo mismo”, aseguró el alto funcionario.
