El sofocante calor obliga a los labriegos y albañiles a extremar medidas para evitar cualquier tipo de secuelas, teniendo en cuenta que necesariamente deben acudir a sus lugares de trabajo, sin importar las altas temperaturas.
Salvador Prieto, albañil que trabaja en una obra en San Lorenzo, contó que antes de ir a trabajar se da una ducha para refrescarse. Al llegar al edificio, se pone una musculosa y encima una remera mangas largas. Para proteger su nuca y su rostro, utiliza una remera vieja con la que se cubre casi por completo.
“No nos mojamos durante el trabajo porque nos puede dar dolor en la cabeza o pasmaduras; por lo menos una hora esperamos para bañarnos después de terminar, cuando el cuerpo se enfría”, dijo el joven constructor. Los obreros tienen breves recesos para refrescarse con un tereré. “Compramos 10 hielos al día”, manifestaron.
Construcción
Otro de los oficios que expone a los trabajadores a los fuertes rayos del sol es el que se realiza en el campo. Alcides Contrera, agricultor del asentamiento Mandu’ara 3° Línea, municipio de Yasy Cañy, dijo que no puede abandonar la chacra, ya que es el sostén de la familia.
“Tomamos mucho líquido, nos ponemos trapo mojado bajo nuestro sombrero y nos levantamos más temprano, antes de que salga el sol. Trabajamos menos horas porque a la tarde casi ya no se puede”, expresó don Alcides al corresponsal de Canindeyú, Aldo Cañete.
El productor puntualizó que deben aprovechar que paró la lluvia, ya que las prolongadas precipitaciones afectaron de sobremanera a los cultivos.