Látigos de cuero, palos de madera pintados de negro y rojo, cuchillos, prendas rituales, fotografías, teléfonos celulares, chips y restos óseos que, según las primeras observaciones, podrían ser humanos, fueron levantados por el Ministerio Público.
La fiscal Vivian Coronel, al frente de la causa, confirmó que los allanamientos fueron motivados por nuevos testimonios de al menos siete víctimas que relataron prácticas violentas en el interior del templo.
Por segunda vez en menos de un mes, el Ministerio Público allanó un templo religioso en Alto Paraná, vinculado a una presunta secta afrobrasileña acusada de graves delitos.
La intervención dejó al descubierto elementos que podrían confirmar actos de tortura, trata de personas y otros crímenes, informó el corresponsal Wilson Ferreira. Se realizaron dos operativos simultáneos realizados en Minga Guazú y Ciudad del Este.
“Vamos a convocar a Criminalística para confirmar la naturaleza de estos restos. No se descarta que pertenezcan a personas sacrificadas en rituales”, dijo la fiscal.
Los allanamientos se llevaron a cabo de forma simultánea. El primero fue en una vivienda del barrio Paseo Acaray de Minga Guazú, donde operaría el templo de la secta. El segundo se ejecutó en Ciudad del Este, sobre la calle Coronel Enrique Giménez, barrio Pablo Rojas. En este último sitio se incautaron seis teléfonos celulares y documentación relevante.
COSAS INQUIETANTES
Los elementos levantados en el lugar configuran una escena inquietante. “Lo más grave es que se confirma la hipótesis de trata de personas y posibles abusos”, expresó la fiscal Vivian Coronel. También se encontraron patas de cabra, amuletos, un santo de figura indígena, fotografías de presuntas víctimas y una bandeja artesanal con piedras y una imagen.
Además de los restos óseos, en el lugar se hallaron animales en condiciones de posible abandono. Una cabra, varias gallinas y un perro atado sin agua visible generaron preocupación, aunque la comitiva aseguró que se está verificando el estado de los animales.
Los operativos contaron con la presencia de agentes del Departamento Contra la Trata de Personas, Delitos Económicos y Cibercrimen, así como del personal de Inteligencia Regional Alto Paraná. La causa, caratulada como “hechos de trata de personas, tentativa de abuso sexual y otros”, sigue en curso.
“Cada nueva declaración abre una puerta. No se investiga la religión, sino los delitos cometidos al amparo de ella. Hay vidas en juego y no vamos a detenernos”, finalizó la fiscal.