Como un humilde albañil, don Bernardino Ramírez crió y dio educación a sus dos hijas. A sus 68 años, en agosto del año pasado, un infarto por poco lo lleva, pero no pasó de ser un gran susto. Recuperado, pero no del todo, Bernardino no pudo más trabajar y, en marzo de este año, decidió postularse para la pensión de la tercera edad que otorga el Ministerio de Hacienda. Aprobaron su solicitud y pasó a ser beneficiario de la ayuda.
Pero en agosto pasado ocurrió algo inesperado; Bernardino llegó hasta un cajero del BNF para retirar su platita y se encontró con una sorpresiva respuesta: su cuenta estaba bloqueada. Rápidamente acudió a Hacienda para consultar qué había pasado; allí le informaron que él figuraba como muerto.
“Me fui a preguntar y me dijeron que me sacaron de la lista porque había fallecido”, contó. “Pero si estuviese muerto no te estaría hablando ahora”, le respondió el abuelito.
Se fue de aquí para allá
Tras enterarse de la triste noticia de su fallecimiento –pero que quede claro que no había sido así, pues estaba en cuerpo presente–, don Bernardino pidió una explicación y le dijeron que el informe sobre su muerte había dado el Ministerio de Salud, hasta donde tuvo que acudir.
Pese a muchas idas y vueltas entre ministerios, Registro Civil y otras carteras del Estado que se tiraban la pelota respecto a su caso, el abuelo hasta hoy día no ha podido solucionar el tema y está sin cobrar desde hace cuatro meses. “Ahora estamos esperando el informe del Registro Civil para llevar a Hacienda”, refirió.
“Me mandaron de un lado a otro y me dicen que ni siquiera saben de dónde salió que estaba muerto. No puedo cobrar más porque me dijeron que me sacaron de la lista, pero no hay ningún acta de defunción, ningún papel que lo diga”, lamentó Ramírez.
