“El día que muera, lo primero que voy a hacer es preguntarle a Dios dónde estás y salir corriendo a buscarte”, expresó con doloroso pesar Bruno Ocampos, esposo de Leticia Gómez, cuyo suegro Marcos Ocampos la asesinó el pasado domingo.
El eco de los gritos de auxilio aún causaban escalofríos en la vivienda del capitalino barrio Santa María. Familiares y amigos despedían a la mujer en un velatorio de la zona; en el aire se sentía el profundo dolor de quienes no concebían aún su partida.
Bruno, de oficio taxista, sumido en impotencia contó que aquel día fue a entregar su móvil y que, al regresar a casa, se topó con el terrible episodio, asegurando que hubiera preferido ser él el blanco del mortal ataque.
“Cómo quisiera estar en tu lugar y que vos estés viva con tus hijos”, señaló, dirigiéndose a Leticia. Agregó que, pese a que dos de los niños no son suyos, desea que todos se queden con él.
Entre lágrimas, dijo que su papá parecía un “ser endemoniado” y que espera que esta vez salga del Hospital del Trauma con esposas puestas y escoltado por policías, ya que el día del terrorífico suceso, pese a una orden de restricción sin acompañamiento policial, salió solo del centro médico.
El hombre ya fue imputado por la Fiscalía por homicidio doloso y tentativa de homicidio, ya que tras el crimen le prendió fuego a la casa, estando sus nietos adentro.