Todo empezó en octubre del 2014, cuando los alumnos del 7° grado del Centro Regional de Educación de Pilar, Ñeembucú, empezaron a notar que el docente se propasaba con sus “bromas”. Con los días, las cosas empeoraron y el ambiente hostil se imponía en la clase del profesor Waldetrudis Vargas (50).
Las insinuaciones, burlas y malos tratos subían de tono y los adolescentes ya estaban hartos. Pero la gota que colmó el vaso fue que el maestro los hostigaba hasta hacerlos llorar, según la declaración de los afectados.
Una de las niñas ya no soportó y contó a su familia lo que estaba pasando. A partir de entonces, los padres de los adolescentes presentaron una denuncia formal y la investigación siguió su curso.
Los estudiantes, en total 22, fueron entrevistados por una profesional, quien con varios test aplicados, resolvió que los chicos fueron afectados psicológicamente. El Ministerio de Educación apartó en su momento al docente de su cargo.
Tras la comprobación del hecho de violencia, la jueza penal de Garantías Adelaida Servián resolvió condenarlo. Pero grande fue la sorpresa de los padres al percatarse que la sentencia, con fecha del miércoles, no será una pena carcelaria sino la donación de pelotas a dos clubes de fútbol.
Indignados
Rodolfo Gutiérrez, padre de una menor y abogado, expresó su indignación. “Nuestros hijos fueron humillados, maltratados, denigrados sistemáticamente, él se tocaba sus partes íntimas en clase, metía el dedo en la gaseosa y se chupaba insinuando; a uno le dijo que tenía que usar corpiño porque era gordito, de otro se burló porque no tiene papá. Varias madres, en años anteriores, tuvieron que quitar a sus hijos del colegio por acoso sexual a sus hijos y en otro colegio se comprobó que hubo acoso a través del cruce de llamadas”, relató.
“Unas pelotas, ese es el valor que tienen nuestros hijos para la Justicia”, lamentó el abogado quien anunció que apelarán judicialmente.