Con una mano en la espalda y la otra cargando una bandeja, los mozos corrieron ayer por calle Palma durante la séptima edición de la tradicional carrera. El desafío fue llegar primero sin echar la botella de vino y las dos copas que cargaban sobre las bandejas.
Gustavo Alfonso y Aldo Hermosa, con velocidad y gran habilidad, dejaron atrás a los demás competidores sin derramar una sola gota de la bebida. “Hace 10 años que trabajo como mesero. Esto no es fácil, pero también es un hábito de todos los días. El equilibrio de la bandeja no es misterio para ningún mozo”, manifestó Alfonso.
Los compañeros, que trabajan en el restaurante “Un Toro y Siete Vacas”, tomaron muy en serio la competencia: practicaron la corrida un día antes, pues su meta era ganar el primer puesto. “Ser mozo es lo mejor que nos pudo haber pasado. Es sacrificado trabajar a la noche, implica mucho peligro. Pero estamos felices porque hacemos lo que nos gusta”, expresó Andrés Escobar, quien ganó el segundo puesto junto a Flabio Argüello.
Historia
La primera carrera de mozos se realizó en el año 1980 y fue organizado junto al Sindicato Gastronómico, recordó Franklin Kennedy, propietario de la empresa London Import S.A. “Queremos que esta actividad se convierta en un proyecto nacional”, dijo Kennedy.