A Enrique Peralta (37) casi le dio un patatús cuando le dijeron que había sacado un préstamo de G. 11 millones, por el cual nunca pagó y los intereses habían subido a más de G. 20 palos.
El trabajador asegura que nunca firmó un documento ni mucho menos retiró el dinero con la financiera que vendió su pagaré a una empresa de cobranzas.
“Cuando llegó la notificación en mi trabajo, yo dije que era una estafa, que me estaban queriendo joder. Llamé a la empresa y les expliqué que nunca saqué el préstamo, pero luego nos les hice caso”, explicó Peralta.
Por recomendación de RR.HH. de su trabajo, el 3 de noviembre del 2022 él se fue a denunciar el caso en la comisaría 1ª de San Lorenzo. Todo quedó así, hasta que en marzo de este año, le llegó la notificación de embargo de salario.
Desde entonces, Enrique no recupera el sueño ni mucho menos la tranquilidad. El hombre contó que le descuentan G. 380.000 de forma semanal de su laburo, estos pagos se deben realizar durante dos años.
En total debe pagar G. 24.000.000, sumando los gastos administrativos y hasta por el salario del abogado.
“Yo estoy muy mal económicamente. Yo no estoy pudiendo cubrir más mis otras deudas, mis gastos de la casa, tengo 4 criaturas más mi señora. Se me encima todo”, dijo desesperado.
Lo único que Enrique recuerda es que en el 2021 encontró sobre su auto un folleto de la casa de créditos que ahora vendió su pagaré. Esa vez él llamó a preguntar qué necesitaba para acceder a un crédito, pero como pedían muchos requisitos, no pasó todos sus datos a la empresa.
El trabajador especula que a lo mejor con su número o la foto de su cédula aprovecharon para retirar el préstamo por él.
Lo raro es que la casa de crédito figura que el retiro de dinero ocurrió en Luque, siendo que había sucursales en San Lorenzo y él solamente se mueve por esta ciudad.
“Me dijeron que en las cámaras se ve que yo pasé a retirar de Luque, pero yo nunca pisé Luque”, sostuvo.
Desesperado
“Yo no duermo más. Realmente me estira todo mi espalda, no sé que hacer. Parece que me agarra depresión, porque yo me siento mal”, he’i el prójimo.
“Ahora mi hijo se quiere ir a la peluquería y no tengo para darle plata. Eso me trabaja, estoy decaído. No puedo pagar mi luz ni mi agua”, lamentó Enrique.
El señor contó que está totalmente desamparado, no puede pagar un abogado para demandar a la casa de créditos y tratar de recuperar su dinero.
“En mi casa hay más necesidades y todo lo que gaste en un abogado es más necesario en casa”, dijo.
Explicó que él tiene las pruebas para demostrar que no retiró el préstamo.
Actualmente trabaja de lunes a lunes, aparte de su laburo, hace changas para juntar algo de dinero.
Contó que hasta su señora ya desconfía de él que sacó el préstamos y usó a escondidas, pero él asegura que eso nunca pasó.
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