15 dic. 2024

“La gorda” que se quedó 8 días encerrada en un panteón

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Su llegada al cementerio de Lambaré fue casual, pero con el paso de los días, “La gorda” tomó como suya la misión de acompañar a los guardias en los recorridos de rutina. Un día, la perrita desapareció. Su ausencia sorprendió a todos. Nadie sabía de ella, ya no se la veía recorrer por los pasillos.

Los albañiles la buscaban para darle comida; sin embargo, no había rastros. Todos recordaban a “La gorda” como la perra guardiana del cementerio. Siempre fue comilona y hasta llegó a tener sobrepeso; de ahí su apodo. Su historia fue contada por Juan Carlos Segovia, un excuidador del cementerio de Lambaré.

Su desaparición ocurrió hace 6 meses; pese a ello, aún no superan lo acontecido. En aquel tiempo, el sol mostraba su esplendor. En un descuido de Segovia, la perrita entró a uno de los pabellones del cementerio, para aprovechar la frescura del lugar.

La puerta se cerró y ella ya no pudo salir. “Una vez, incluso, se abrió el panteón para introducir un cajón. Aparentemente se quedó dormida y no salió. Estuvo 8 días allí, sin ladrar, sin dar señales de vida”, contó Juan Carlos.

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Pasaron los días y crecía la angustia. Pensaron que “La gorda” se había ido, que había dejado de lado su misión de resguardar a los cuidadores. Todos la extrañaban. La buscaban con el deseo de hallarla debajo de algún árbol. Ningún operativo de búsqueda funcionó.

Era el día número 8 sin ella. Un albañil, amigo de Segovia, ingresó a un panteón luego de escuchar movimientos extraños. Dejándose llevar por los fantasmas de la mente, abrió la puerta y vio los ojos de “La gorda”, más brillantes que antes. “Movió la cola al ver al albañil. Parece que estaba muy feliz. Todos pensaron que la perra se fue conmigo porque ese mismo día que desapareció me echaron del trabajo. Sin embargo, después los amigos me llamaron para decirme que le encontraron al fin”, contó el excuidador.

“La gorda” tenía las patitas cansadas; su cuerpo reflejaba la consecuencia de ocho días de encierro y la falta de comida. “Estaba flaca porque no comía nada. No pudieron encontrarla porque no ladraba”, dijo Segovia, su fiel amigo.

A 6 meses de lo sucedido, la perra recuperó su peso. Ahora se muestra sana, alegre y con las mismas ganas de seguir custodiando el concurrido cementerio de Lambaré. Ella venció al encierro que casi la llevó a la muerte.