Silveria Beatriz Cabañas Pereira salió de su casa en la noche del viernes 10 de febrero. Debía encontrarse con Arnaldo Chávez Florentín, sobrino de su expareja Rafael Florentín, con quien iría a una estancia donde, supuestamente, ella iba a trabajar. Sin embargo, no fue más que un engaño para llevarla al lugar donde la mataría.
Quince días más tarde, el crimen salió a la luz. El sábado, la información de que el cuerpo de Silveria estaba tirado en una zanja llegó a oídos de sus hermanos, quienes confirmaron el hecho.
En un partido de vóley en la canchita del barrio, la conciencia le jugó una mala pasada a Arnaldo. El joven de 18 años confesó ante sus vecinos haber matado a quien resultó ser su amante: Silveria. La confesión también se la hizo a una vecina de la familia Cabañas, llegando así la información a oídos de sus hermanos.
La chica de 17 años era la exnovia de su tío Rafael, quien le había pagado G. 500.000 para matarla, manifestó el comisario Luis Goiburú, jefe de Investigación de Delitos. “Él (por Rafael) no se animaba a cometer este hecho y le pagó a su sobrino para que lo haga”, refirió el uniformado.
Sin embargo, esto no fue lo más macabro. El jefe policial señaló que todo se había desencadenado luego de que la familia de la actual novia de Rafael, Fátima Elizabeth Giménez, quien a su vez era prima de la finada, se enterara de que Silveria estaba embarazada. Por este motivo, Fátima y su madre condicionaron al hombre y lo obligaron a “resolver el problema con su ex para poder seguir llegando a su casa”. La Fiscalía no descarta abrir un proceso contra ambas involucradas en el crimen.
Dejó varias cartas
“De balde va a negar, ella dejó escrito”, dijo Jorge Pereira, hermano de Silveria, en contacto con el SNT. La joven dejó varios escritos de puño y letra donde revelaba que Rafael era el padre del niño que llevaba en su vientre.