La vida en las calles es muy dura; la competencia es reñida para Hugo Javier Rolón, de 20 años, quien se dedica a la venta de banana, en zona del Mercado de Abasto de Asunción.
Al día hace buena venta gracias a sus clientes; sin embargo, algunas señoras, señoritas se acercan a él solo para lanzarle algún que otro piropo porque según él, le consideran muy churro.
“Hay muchas que me compran, me sonríen y me dicen ‘qué lindo sos, ¿por qué trabajás bajo el sol?’, pero eso es normal acá y no digo nada porque tengo que vender mi mercadería. No me considero lindo, pero mi aspecto les llama la atención.”, contó el sanlorenzano.
Además de las chicas, hay muchos muchachos zafados que también le tiran onda. “Eso es lo que hay más acá, pasan y me tiran la onda, me dicen que soy lindo también y me compran mis mercaderías”, dijo.
Hugo se dedica a las ventas callejeras desde muy jovencito; su madre y sus hermanos también comercializan frutas y verduras en el mismo lugar. Su sueño es seguir estudiando, le falta terminar el último año del bachillerato que lo dejó durante la pandemia. El muchacho quiere ser contador y trabajar en una oficina.
“Hice mi pasantía, terminé todo y hasta mi celular vendí para terminar mi pasantía. Yo estaba bien, después vino la pandemia y me arruinó todito. Quiero seguir estudiando porque no quiero estar toda la vida acá en la calle. Algunas veces siento que ya no tengo oportunidad porque perdí mi colegio”, manifestó el trabajador.