Los carros tirados por nobles bueyes forman una vez más la tradicional estampa de peregrinación a Caacupé. Con sendas promesas que cumplir, los viajeros van a visitar a la Virgencita azul y así pedirle su bendición. Con pasos fuertes y sincronizados, una yunta de bueyes “promeseros” (criados exclusivamente para la peregrinación), se dirigió ayer a la Basílica, a través del camino que une Pirayú con la compañía Azcurra, de Caacupé.
“En sus cuellos llevan collares adornados con billetes de G. 2.000, en forma de flores, que juntamos para la virgencita”, sostuvo orgulloso Milton Fretes, propietario de los animales. Prefirió guardar en su corazón el milagro que le concedió la “Madre de los paraguayos”; sin embargo, contó que el dinero cargado por los bueyes quedará en la Basílica.
En caravana
Desde la compañía Arrua’i, de Itá, una larga caravana de carreteros salió a tempranas horas de ayer. Digna Caballero, desde pequeña, veía que sus vecinos viajaban en carreta. Un día le prometió a la Virgen que si tenía sus propios bueyes peregrinaría siempre, y así lo hace desde hace 20 años.
“El año pasado vine con mi papá para agradecerle a la Virgen que haya sanado a dos sobrinos que estaban muy enfermos”, expresó Carlos Romero, quien esta vez emprendió el viaje solo. Los peregrinos llevan en los carruajes ropa, alimento y abundante agua, además del pasto que los bueyes consumirán.
Hoy se celebra el octavo día del novenario en honor a la Virgen de los Milagros.