Incertidumbre, una iglesia dividida y dos curas. Los protagonistas de la historia son los padres Andrés Cardozo, de 75 años, y Pedro Brítez, de 35.
Andrés fue apartado de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, de Itauguá (le dieron un descanso), pero se negaba a abandonar su puesto, mientras que Pedro tuvo que dejar el templo y quedarse en casa de sus padres, en Villarrica, hasta que las aguas se calmen.
Ayer, finalmente el pa’i Andrés dio el brazo a torcer y se retiró de la casa parroquial y se fue a vivir a la casa de familiares, en Itauguá, mientras que el padre Pedro volverá mañana para celebrar la misa de las 8:00, según confirmó a EXTRA.
No sabía nada
El pa´i Pedro mencionó que se enteró de la retirada del padre Andrés a través de las redes sociales, hasta que horas más tarde le llamó para darle la noticia el padre Antonio Vázquez, vicario de la Diócesis de San Lorenzo.
“La gente del obispado se fue (a la parroquia) para cambiar las cerraduras, el vicario ya está por allí”, expresó el cura.
Mencionó que el cambio de cerradura es por cuestiones de seguridad y no por otro motivo.
“El pa’i Andrés no tiene problemas conmigo, yo tampoco con él. No se interpuso a que se haga la misa, pero a mí me incomodó que él siga ahí en esa situación, en el sentido de que ya se le echó, así mal dicho, y que siga ahí. Yo tampoco quería molestar mientrtas estaba ahí, entonces lo que hice fue apartarme”, explicó.
“La gente estaba contenta por un lado y a la vez triste; no diría yo que la iglesia está dividida, era una situación muy confusa en donde no sabían a quién responder”, dijo.
“Cura vago”
El padre Andrés estuvo en la parroquia por 22 años. No fue suspendido canónicamente como sacerdote, pero fue cesado en el ejercicio de la función de párroco. O sea que puede realizar las misas, casamientos, bautismos en forma pública, no tiene iglesia, por lo tanto se lo considera un “cura vago”, según explicó el sacerdote Pedro.
Sacerdotes se sostienen de misas
Los padres no cobran un salario mensual, solo se sostienen gracias a los diezmos. Por cada misa cobran G. 70.000, por casamiento G. 200.000 o G. 400.000, a veces exoneran a los novios de escasos recursos, según señaló el padre Pedro.
“Hay muchos casos en donde los sacerdotes son abandonados porque una diócesis no se organizó al respecto. Cómo diócesis de San Lorenzo tenemos que sacar otra vez ese tema y ver la posibilidad de conseguir un espacio en donde se le albergue a los sacerdotes ancianos porque nosotros también vamos a envejecer”, manifestó el pa’i.